A los periódicos de papel les queda tiempo, pero ya no tanto

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Juan Carlos Blanco

La asociación de los editores diarios españoles de papel (AEDE) ha publicado su habitual informe anual en el que recoge las tendencias y cifras del sector del último año analizado, en este caso 2015. Poco nuevo bajo las rotativas. Algo de mejora en la inversión publicitaria fruto de la incipiente recuperación económica (3% en publicidad), pero también una persistente caída en ventas y difusión (8%) que se antoja imparable salvo para los nostálgicos de los diarios impresos de toda la vida.

Fuente: Bez
Fuente: Bez

Por aquí os paso un buen resumen que publica Santiago Carcar en Bez. Yo me limito a constatar algunos detalles que no se deberían de perder en el análisis de la situación de los periódicos españoles.

Cuando estás en un negocio basado en la venta y en la difusión y ambos caen en picado año tras año sin que nada ni nadie lo pueda remediar, no parece muy razonable ponerse la venda y pensar que, pese a todo, tu negocio puede salvarse a largo plazo. Sin ventas ni difusión, y casi sin quioscos, no hay periódico que pueda resistir así durante mucho tiempo. La publicidad también terminará por decir adiós al papel. Así que menos orejeras y más asunción de la realidad.

Si lo pensamos, tampoco es que los editores tengan un amplio margen de actuación para decidir hacia dónde van. Conozco a algunos de ellos y aunque la mayoría se declaran nostálgicos del papel y sueñan íntimamente con la posibilidad de que alguien prohíba internet y todo vuelva a ser como  antes, también hay que reconocerles que la mayoría de ellos son empresarios que saben más que de sobra que ya no tienen otra opción que no sea activar la mudanza digital, imprescindible para seguir manteniendo sus marcas en el nuevo ecosistema mediatico que está naciendo en estos últimos años.

Lo dicen los datos, que suelen ser más fiables que el olfato o la intuición. El modelo de negocio que defienden está herido de muerte y caerá más pronto que tarde, pero tienen la oportunidad de seguir siendo importantes en el nuevo mundo mediático al que nos vemos abocados si son capaces de adaptarse a los nuevos habitos de consumo de información de los ciudadanos.

De su capacidad para asumir esta nueva realidad y de su arrojo para afrontar los cambios radicales que necesitan sus compañías, dependenderá la supervivencia de sus proyectos editoriales. Todavía están a tiempo de transformarse. La clave es que quieran hacerlo y que les dejen. No es fácil. Pero la alternativa es peor: languidecer y languidecer hasta luego desaparecer. Algunos lo conseguirán. Otros, por no decir muchos, seguramente se quedarán en el camino. De ellos depende.

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