El gran arrepentimiento de los medios

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Juan Carlos Blanco

El periodismo no está libre de las modas más o menos pasajeras. Si hasta hace unos meses gran parte de los medios abrazábamos la religión de las redes sociales con el fervor de quien se agarra a la última esperanza, ahora el paisaje cambia otros 180 grados y empezamos a asistir a un fenómeno del que aún no sabemos si es una simple moda o si esconde algo más.

Lo podríamos denominar el gran arrepentimiento y lo protagonizaríamos todos los que nos hemos arrepentido de defender la necesidad de publicar todos nuestros contenidos en el altar de Facebook y de Google y quienes nos arrepentimos, de paso, de haber contribuido lo indecible en hacer de la gratuidad de los contenidos una religión. 

Los hechos nos confirman que igual no estábamos tan bien encaminados como pensábamos. Y, las cosas como son, que igual fuimos un tanto incrédulos. No pasa nada por reconocerlo. 

Nos dijeron que lo importante era crear grandes marcas globales gracias a la distribución gratuita de las noticias a través de redes sociales como Facebook y haciendo un buen SEO en Google y que estas marcas generadoras de enormes volúmenes de tráfico atraerían a los grandes anunciantes, quienes harían desembolsos lo suficientemente generosos como para permitir la viabilidad de los medios de comunicación en el nuevo entorno digital. 

¿Quién se ha llevado la publicidad de los medios?

Pero lo que no nos dijeron es que Google y Facebook no se iban a quedar sólo con los contenidos, sino que también aspiraban legítimamente a quedarse con la publicidad que hasta entonces era ‘patrimonio’ de los medios, objetivo que finalmente están logrando.

Y ese éxito de las redes sociales y de Google a la hora de quedarse con la publicidad de los medios es el que ha hecho que éstos busquen una vuelta a los orígenes en busca de nuevos yacimientos de ingresos. 

Agarrados a las suscripciones

El resultado es que, ahora, casi de pronto, se ha instalado en la industria una especie de histeria suscriptora que bebe mucho de la esperanza que tienen medios de mundo de convertirse en los New York Times de sus ciudades y países. Y los medios vuelven a mirar a formatos como los muros de pago como vía de escape ante el derrumbe de sus ingresos.

Es comprensible. Desde que Facebook decidiera dictarle una orden de alejamiento a los medios para que no sigan contaminando sus muros con noticias, gran parte de los editores han asumido que la solución más factible a sus problemas pasa por buscar la manera de convertir a sus lectores en compañeros de viaje comprometidos y dispuestos a pagar por los contenidos que leen. 

En realidad, esto último tiene poco de innovación o de disrupción y sí mucho de puro sentido común. Si no quieres dedicarte a cazar clicks y prefieres seguir haciendo periodismo, debes buscar a alguien dispuesto a pagarlo. Y si no, tienes dos opciones: te dedicas a hacer esas noticias de consumo rápido que se venden al pedí destinadas a ganar volumen o te vas buscando otro oficio. 

Ilustración de la web 'Clases de periodismo'

Ahora bien, no generemos falsas expectativas, que luego va a ser peor. Esto de «voy a crear una comunidad fiel que querrá pagar por lo que hago» es una buena declaración de principios, pero está por ver que valga para muchos.

Para lograr esa gran comunidad, no tengo yo muy claro que gran parte de los medios puedan darle la espalda a las redes sociales para hallar el santo Grial de estas comunidades. 

Si no estás en la conversación global de las redes, tienes muchas posibilidades de convertirte en un medio irrelevante. O, en el mejor de los casos, en un medio que el ciudadano sólo conoce porque ve a su director o a alguno de sus periodistas o columnistas en las tertulias de las televisiones. Y, desde luego, tienes mucho más difícil hacer crecer esa comunidad comprometida. 

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En realidad, seguramente haya que ir pensando en modelos mixtos que usen las redes sociales como canal de promoción de las marcas y para lograr que los lectores/ciudadanos vuelvan a comprometerse. Y, en ese camino, toca pensar sin complejos en cómo buscar nuevas fuentes de ingresos fuera de la publicidad. 

Hay ya muchos medios que lo están intentando. Quienes lo consigan, sobrevivirán. Y quienes no, pues ya sabéis…

6 comentarios en “El gran arrepentimiento de los medios”

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