Por qué me he hecho adicto a las newsletters y a los podcast

Mi (excesiva) ración diaria de consumo de noticias está cambiando en estos últimos meses. Y no sólo porque me haya suscrito a algún medio de comunicación o porque haya descubierto que no puedo seguir por más tiempo tan enganchado a las redes sociales (eso ya lo sabía hace tiempo), sino porque he añadido un par de adiciones más a mi menú informativo que le restan tiempo a mis otros enganches. Se trata de las newsletters y los podcast, dos herramientas que han vuelto a cambiar el paso de la industria en esta carrera alocada por convertir a sus lectores, oyentes y espectadores en clientes con los que volver a hacer dinero.

Da igual la temática: hay de todo y en las cantidades que se quieran. hacerse un podcast o un boletín electrónico está de moda, pero es mucho más que eso. La oferta es infinita y se suma a la pelea por la atención de los ciudadanos en la que las empresas periodísticas siguen perdiendo por goleada frente a motores de búsqueda como Google y redes sociales como Facebook, Instagram o Twitter.

Hoy, la ‘guerra’ de los lectores se está trasladando a las bandejas de entradas de nuestros buzones de Gmail y, entre otras, a las aplicaciones de Spotify, de iVox o de Apple. Los medios se afanan por rebuscar el talento de sus profesionales invitándoles a que se monten una newsletter de autor o un podcast en el que conversen sobre los asuntos que les interesan a sus comunidades, para así lograr más recurrencia y fidelidad de sus lectores. Y las propias plataformas como Twitter o Facebook lanzan sus propios productos de audio y de boletines electrónicos para liderar también estas nuevas formas de consumo y ahogar a los nuevos competidores (Substack, Clubhouse…).

Quizás no sea el mejor momento de las marcas periodísticas tradicionales, en pleno proceso de regreso a modelos de pago por contenidos, pero sí que es el tiempo de estas nuevas herramientas que nos permiten estar al día en infinidad de temas con sólo saber elegir a quién leer y escuchar.

¿Ventajas? Desde el punto de vista de la producción, son relativamente fáciles de poner en pie. Si quieres hacer una buena newsletter o un podcast de calidad, necesitas tiempo, energía y recursos, pero, salvo en casos puntuales (producciones sonoras de documentales o ficción ), no estamos hablando de formatos con complicadas barreras de entrada. Si alguien quiere montar un podcast o un newsletter, puede empezar hoy mismo, en cuanto que acabe de leer este texto.

Desde la perspectiva del consumidor, nos permiten algo tan esencial en esta era de la saturación y la intoxicación informativa como poder elegir, más allá de las propias marcas periodísticas, a marcas personales que nos prescribirán qué es importante y qué no lo es, haciéndonos de GPS para manejarse por la actualidad y ahorrándonos tiempo y ansiedades.

Y desde el lado de las empresas, tienen también el atractivo de ser productos que pueden ayudarles a generar vínculos con sus comunidades (a través de canales de nicho) y a fortalecer el posicionamiento social de sus marcas mediante la generación de contenidos que llegan a los buzones y pantallas de sus potenciales clientes.

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1 comentario en “Por qué me he hecho adicto a las newsletters y a los podcast”

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