Al periodismo en español le falta marketing

Leía estos días un tuit del periodista especializado en la industria de los medios Mauricio Cabrera en el que se lamentaba de que las marcas periodísticas de habla hispana recibieran cada noticia de algún nuevo producto del The New York Times y del The Washington Post como si se tratara de física cuántica, algo sólo al alcance de los mejores jugadores mundiales de las ligas del periodismo. No puedo estar más de acuerdo con esta reflexión.

Cada noticia que llega de las dos viejas damas del periodismo se recibe como si se tratara de la prueba del advenimiento de un nuevo tiempo que ningún otro actor de esta industria hubiera sido capaz de descubrir o de emprender por sí solo.

El Times y el Post son dos marcas extraordinarias que, además, son ejemplo constante de innovación, pero no tendrían que deslumbrarnos tanto. O, al menos, deberíamos repartir los deslumbramientos y dedicar el mismo empeño y entusiasmo que tenemos en subrayar todo lo que hacen…en valorar lo que se hace por otros lares como el del mercado de las noticias en español.

A menudo pienso que estamos sacralizando todo lo que lanzan para adaptar sus modelos editoriales y de negocio a la realidad cambiante de una disrupción que lo ha cambiado todo (y, por cierto, sabiendo que por sus dimensiones y recursos es imposible que puedan usarse como referencias trasplantables a nuestro ámbito) a la misma vez que nos flagelamos con todo lo que ocurre fuera de estas grandes marcas del ámbito anglosajón.

Convendría recuperar cierto orgullo mediático latino y, por qué no, inyectarle más marketing a lo que se hace por estos lares. La industria de los medios no sólo tiene que innovar, sino que tiene la obligación de contarlo. Las marcas que no son ni el Times ni el Post no pueden dejar de visibilizar todo lo bueno que también están haciendo.

¿Ejemplos en España y Latinoamérica? Ufff, muchos: La Silla Vacía, El Faro, Ojo Público, Nexo Jornal, el diario.es, El Confidencial, Redacción.com y muchos más que no caben en un solo párrafo.

No todo son penurias, pero si sólo contamos éstas y no somos capaces de construir un relato de cómo afrontamos el cambio en nuestros mercados, perderemos oportunidades de conectar con los lectores más abiertos y propensos a los nuevos aires que llegan con la gran transformación que estamos viviendo.

El periodismo en español tiene que vender mejor no sólo las historias que cuenta sino su propia historia. ¿A qué estamos esperando para hacerlo?

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