Google y los negacionistas

Google anuncia que prohibirá la inserción de anuncios publicitarios en las páginas y en los canales de YouTube en los que se niegue el consenso científico sobre los peligros que se ciernen sobre el planeta a causa del cambio climático.

La decisión rompe la línea de flotación de la industria del negacionismo, un modelo de negocio muy lucrativo en internet que se basa en la inserción de publicidad en páginas y canales de YouTube (en sus programas de Google Ad Sense) en las que sus autores captan la atención de millones de personas con denuncias en la que se cuestiona de forma disparatada desde la emergencia climática a la expansión del COVID o cualquier otro asunto de relevancia global.

Esta decisión de poner freno a las prácticas negacionistas y conspiranoicas aterriza tarde y por obligación, pero al menos ha llegado, y seguramente contribuya a sanear el medio ambiente de las plataformas y las redes, contaminadas por el plástico de las conspiraciones y las desinformaciones masivas.

¿Por qué ahora? Pues porque Google, como le pasa incluso en mayor medida a Facebook, sabe que puede enfrentarse a un problema de dimensiones inabordables si sigue poniéndose de perfil frente al negacionismo estruendoso que alimenta con sus algoritmos.

El buscador ha ganado mucho dinero poniendo estos algoritmos al servicio de la industria negacionista, sobre todo en YouTube, pero es consciente de que el daño que ha ocasionado en la sociedad es tan grave que no tiene otra alternativa que ponerle cerco al esoterismo negacionista. Y no tanto por un problema de reputación, sino puro y duro de legislación.

Las grandes plataformas como Google y también Facebook están en puertas de que los grandes gobiernos e instituciones internacionales, sobre todo en Europa, pero también ahora en Estados Unidos, adopten leyes y reglamentos que restrinjan su capacidad de hacer negocio gracias a sus sistemas de publicidad conductual basados en la explotación masiva de los datos de sus usuarios.

En esta tesitura, les urge mostrarse más comprometidos con la sociedad a la que prestan sus servicios. Necesitan demostrar con claridad que son proactivos en la lucha contra negacionismo científico y que son capaces de ponerle coto a los discursos del odio y a las informaciones falsas que proliferan en sus plataformas.

Y, por supuesto, como pasa con esta última decisión de Google, necesitan lanzar el mensaje de que están dispuestos a no seguir lucrándose a base de insertar publicidad en páginas y canales donde se distribuyen noticias falsas para los inclinados a creerse como si fuera la biblia 4.0 la última conspiración esotérica que se haya puesto de moda.

Google siente el aliento de los gobiernos y quiere evitarse problemas. Ya veremos si con decisiones como ésta le basta para demostrar a las instituciones y a la opinión pública que en esta ocasión va en serio.

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