Más algoritmos no significa menos emociones

Como tantos, cuido mi marca profesional en las redes porque sé que es una herramienta que me permite tanto aportar valor como recibirlo. Si se maneja mal, es una pesadilla que te consume muchas horas y te da disgustos y preocupaciones. Pero si se sabe gestionar, no conozco otra que pueda batirla. Bueno, sí, hay una que sigue siendo más importante que cualquier balcón digital: la comunicación presencial. O como diría un fino: interpersonal.

De tanto transformarnos y adaptarnos a los nuevos mundos que nos prometen inmersiones mágicas, parece que se nos ha olvidado que no hay mejor manera de relacionarse que hacerlo mirándose a la cara y hablándoles a las personas sin una pantalla de por medio. O como diría el mismo fino de antes: haciendo networking, intercambiando tarjetas de visita, interesándote por alguien al que estás viendo delante tuya…y hablando cara a cara.

Lo que le faltaría a un androide para ser un buen periodista

En plena explosión del ‘Meta…lo que toque’, ya va siendo hora de que recordemos que no hay algoritmo capaz de batir a una buena conversación, una charla o una reunión presencial. Las emociones siguen siendo el nutriente que nos mueve. Y las emociones son un patrimonio de los seres humanos a la que los algoritmos jamás podrán aspirar, por muy depurados y mejorados que estén.

Lo on line es básico, pero lo off line lo es todavía más. Entre otras razones, porque, aunque a algunos iluminados se les haya olvidado, somos personas y no robots o altavoces inteligentes. Y no nos movemos por algoritmos confeccionados por algún brillante escritor de códigos sino por emociones. Al menos, mientras openAI o alguna otra herramienta deslumbrante de inteligencia artificial no nos diga lo contrario, que todo podría pasar.

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El networking y el ‘síndrome de la tarjeta de visita’´

El arte de construir relaciones está ligado a la capacidad de lograr conexiones emocionales y de generar confianza en lo que haces y en lo que hacen los demás.?Se trata de ‘trabajarte una percepción’ de que eres alguien que está ahí para cuando se le necesita y que, honestamente, participa de la conversación pública y es un actor activo de su comunidad en la materia a la que se dedique.

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