No voy a perder la oportunidad de recomendaros un extenso artículo en el País firmado por Jesús Rodríguez en el que se describe con minuciosidad cómo se trabaja en las maquinarias de los grandes partidos políticos españoles y cómo se les apoya desde las consultorías políticas. El texto es profuso y cuenta con los testimonios de algunos de los mejores profesionales de la consultoría política de este país (Gutiérrez Rubí, Aleix Sanmartín, Verónica Fumanal, César Calderón…) y de los dirigentes que están hoy al frente de estas máquinas electorales en Moncloa, Ferraz o la calle Génova de Madrid.
El artículo permite a los lectores darse cuenta de algo que quizás se les pase a muchos de largo: el alto grado de profesionalidad con el que se manejan los partidos y quienes colaboran con ellos asesorándoles en todo lo relativo a la comunicación de sus mensajes y a la construcción del perfil público de sus líderes.
Los partidos políticos se manejan en el caos del día a día y manejan mensajes e intereses contradictorios las 24 horas de cada jornada. No es fácil poner coherencia en estructuras de esta naturaleza, pero para eso existen esos fontaneros de partido en cuyas tarjetas de visita pone que son secretarios de organización, y esos expertos externos que, por cierto, y como bien se afirma en el artículo, tampoco es que sean entusiásticamente recibidos en las sedes de estos partidos.
Se ha usado tanto la caricatura y el trazo grueso para referirse a esos spin doctors descritos como malévolos gurús con unos poderes oscuros que venden al mejor postor político y dispuestos a todo con tal de conseguir un voto más para sus clientes que nos hemos olvidado que el trabajo de ganar unas elecciones es eso, un trabajo, y tiene sus metodologías, estrategias y herramientas, por cierto, cada vez más ligadas al uso de la inteligencia artificial, la microsegmentación y la publicidad programática.
Sobre esto último, por cierto, sí que se observan algunas diferencias de planteamiento,. Desde quienes ahora parecen guiarlo todo a lo que diga el Dios Data y entienden que en una campaña electoral no se improvisa ni el saludo de los buenos días a quienes por el contrario, y sin desdeñar el potencial de las nuevas tecnologías, siguen fiando el capital de sus estrategias a la capacidad intuitiva de los líderes de saber conectar emocionalmente con sus votantes.
Supongo que, como en tantas cosas, hay una mezcla de todo. Hoy, competir en unas elecciones sin hacer uso de las técnicas más avanzadas de marketing electoral y sin la información meticulosa y segmentada que te ofrecen los datos son ganas de suicidarse tragándose una urna después del recuento de los votos.
Ni los candidatos son robots ni los ciudadanos acuden a las urnas después de haber rellenado un excel muy sesudo en el hayan valorado los pros y los contras de los aspirantes electorales. Unos y otros son seres humanos, con sus fortalezas y sus sentimientos a cuestas. Y ese don de intuir y de oler qué es lo que les importa y qué no les importa a los ciudadanos y de saber transmitir un estado de ánimo siguen siendo esenciales.
Como he dicho en otras ocasiones, se trata de una cuestión de confianza y de emociones. De que los ciudadanos piensen de tu candidato que es un señor o una señora de quien se pueden fiar, que es como tú y que no te va a mentir. Y de que este candidato sepa expresarse con claridad, con un lenguaje que le acerque y no le aleje de los ciudadanos…y con sentimientos que no caigan en el sentimentalismo oportunista.
Luego habrá cuestiones puntuales para colectivos específicos, pero se necesita ese intangible, ese algo que no se cuenta pero que se percibe y que se llama credibilidad. Y si tu candidato es creíble y es capaz de transmitirlo, y no se presenta por el último de la fila, no habrá campaña con inteligencia artificial y Big Data que pueda con él.
3 comentarios en “Comunicación política: fontaneros, ‘spin doctor’ y lo que sea necesario”
Pingback: Candidato: a estas alturas, más calle y menos Tik Tok - Juan Carlos Blanco Cómo no meter la pata en una campaña
Para mi que es al revés: por mucha credibilidad que se tenga, si no se escucha el data, no hay nada que hacer.
No es que no se escuche al data (es clave), sino que al Big Data hay que añadirle al final ese punto de intuición que te da también la experiencia.
Saludos 🙂