¿Pensáis que nos estamos pasando un poco quienes estamos advirtiendo que las nuevas aplicaciones de inteligencia artificial también van a redoblar las posibilidades de manipular a la opinión pública? Mirad los vídeos que se incluyen en este artículo publicado en El País que os enlazo.. Se trata de vídeos hechos con inteligencia artificial en el que unos periodistas proclaman las bondades del régimen venezolano de Maduro y ‘desmontan’ las supuestas mentiras de la prensa internacional sobre el gobierno chavista de Venezuela.
¿Qué es lo que llama más la atención? Pues que los periodistas no son reales. Son avatares creados gracias a un software llamado Sinthesya y ‘contratados’ por el Gobierno de la República de Venezuela para sus campañas de propaganda. Y su éxito se expande. En el artículo se afirma que China también está empleando ya estas técnicas de inteligencia artificial para sus campañas de desinformación, según una información que publica el diario The New York Times. Y seguramente veamos muchos más ejemplos similares en las próximas semanas y meses.
La inteligencia artificial nos cambia nuestra concepción del mundo. En general, con resultados extraordinarios para el ser humano. Pero también plantea desafíos éticos, morales, políticos, laborales y de muchos otros tenores.
Os pongo un par de ellos.
El primero, laboral. ¿Para qué vais a contratar a presentadores humanos que van a querer descansar un par de días a la semana y cobrar un sueldo cuando puedes ‘fichar’ por un precio baratísimo a unos presentadores artificiales que nunca van a discutir una orden ni se van a poner malos? ¿Y si estos avatares periodísticos se ganan la confianza de los lectores, oyentes y telespectadores?
Y el segundo, de orden ético: ¿Cómo vamos a distinguir si lo que vemos es real o no lo es? ¿Qué podemos hacer contra este metaverso de infamias y bulos tan difíciles de detectar? U en este caso en particular. ¿Usaríamos presentadores falsos?
En fin, mirad al nuevo Vicente Vallés venezolano y ya me decís.