Ferrovial y la frialdad de comunicar sólo los números

Tenemos poca información sobre las razones por las que Ferrovial deja su sede de España y se muda a Países Bajos. En los medios de comunicación se relaciona la salida con la mejor oferta fiscal de Países Bajos, con la búsqueda de un marco jurídico estable y con la idea de que el Gobierno ha cargado demasiado las tintas contra las grandes compañías, a las que adjudica el papel de villanas gobernadas por señores que fuman puros mientras eluden sus responsabilidades. Pero tampoco lo sabemos con certeza. Lo que conocemos es sólo la intención manifiesta de Ferrovial de irse del país y unas explicaciones que son frías y parcas.

Si una compañía como la presidida por Rafael del Pino asume una decisión de este calado, debe dar todas las explicaciones que sean necesarias y dar la cara. Y no sólo ante sus accionistas y sus empleados, sino ante la opinión pública del país en el que ha crecido y con quien tiene una responsabilidad.

Quizás el Gobierno se ha pasado de histrionismo con los relatos populistas de las empresas ricas y malvadas que ganan dinero a costa de los ciudadanos. Pero eso no puede ser excusa para que Ferrovial no haya sabido dar, por el momento, una explicación clara de su ‘fuga’ a la tierra de los tulipanes más allá de que cuelgue un documento en su web y que lo comunique a la Comisión Nacional del Mercado de Valores.

Si se toman decisiones de esta naturaleza, toca explicarlas si se quiere mantener el capital reputacional de la empresa. Si no, cuando vengan peor dadas, no vendrá nadie a ayudarlas y, ni mucho menos, a rescatarlas.

Y con esto no afirmo que Ferrovial no tenga su derecho a hacer lo que más les conviene (tampoco nos enfadamos cuando son otras multinacionales las que dejan sus países y se vienen aquí). Lo que hago hincapié es en que una decisión así hay que explicarla. Y, además, no sólo poniendo por delante los excels y las cuentas de resultados.

Detrás de esta empresa hay personas, raíces, esencias y un sentido de pertenencia que no se puede romper como quien tira unos zapatos que no le sirven.

De nada vale envolverse en la bandera del propósito y en la reivindicación de unos valores y unos principios si luego, a las primeras de cambio, los guardas en un armario y te largas con lo puesto. Te llames Ferrovial o te llames como te llames.

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