He leído esta mañana un artículo firmado por Carlos López, consultor de la empresa Estudio de comunicación, en el que defiende argumentos muy similares a míos cuando digo que en esto de la comunicación hacen falta menos correos electrónicos y más cafés y más charlas en persona, fuera de las pantallas.
El consultor se centra en las relaciones de las empresas con los periodistas de los medios de comunicación, pero yo extendería esta práctica a todos aquellos con los que nos interesa tener una relación cordial y fluida.
Si queremos establecer una relación de confianza, lo último que podemos hacer es olvidarnos de que somos personas que se relacionan con personas, no algoritmos que ni sienten ni padecen.
Comete un error quien se deslumbra por las nuevas herramientas tecnológicas y se piensa que todo se puede arreglar con un mail o a lo sumo con una videoconferencia. Como seres humanos, necesitamos ver a quien tenemos al otro lado para poder entenderlo.
Los ordenadores carecen de empatía. No transmiten ni permiten conectar como cuando estamos delante de personas de carne y hueso. Fabrican conexiones blandas que se desgajan a la primera crisis que se nos presenta y nos hacen perder la oportunidad de consolidar relaciones que vayan mucho más allá de la que se presupone a quienes tienen una vinculación meramente profesional.
Por eso, sigo sosteniendo que en esta época de inteligencias artificiales, metaversos y computaciones cuánticas sigue habiendo un GPT que es imbatible, que es el que acciona un ser humano cuando se relaciona cara a cara con otro ser humano.
Una charla en torno a un café, un almuerzo que no termine pareciendo un resacón en Las Vegas o una reunión que no se prolongue hasta el fin de los tiempos hace más por una relación de confianza que mandar ochenta correos electrónicos diarios que no te sirven para saber cómo se siente el que tienes al otro lado de la pantalla.
La humanidad, sentir que el que tienes enfrente te entiende y puedes conectar con él, vale más que una colección de algoritmos deluxe.
Así que no te olvides: menos correos electrónicos, menos whatsapp…y más cafés.
P.D. Esto de las relaciones personales más allá de las pantallas vale para el teletrabajo. No soy nada presencialista, pero tampoco un maximalista del trabajo a distancia. Defiendo, para cuando se pueda, modelos híbridos en los que se pueda trabajar desde donde quieras, pero combinándolo con la presencia en centros de trabajo…o en lugares donde la gente pueda reunirse, compartir experiencias y sentirse parte de un equipo que no vive sólo en las pantallas (ya abundaré en otro artículo sobre esta idea).