La privacidad de nuestros datos no es un unicornio

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Terminé de leer hace unos días un ensayo muy interesante de la profesora de Ética de la Universidad de Oxford Carissa Véliz sobre las violaciones masivas de la privacidad que soportamos los ciudadanos desde que las plataformas tecnológicas entendieron que la mejor manera posible de ganar dinero era vendiendo a mansalva para fines publicitarios el rastro de datos personales que dejamos cada vez que usamos la pantalla del ordenador, la del teléfono móvil o algún electrodoméstico de esos que calificamos como inteligentes.

Véliz sostiene en su texto (‘`Privacidad es poder. Datos, vigilancia y libertad en la era digital«. Editorial Debate) que este sistema, que pivota sobre el modelo de la publicidad programática, se ha ido expandiendo de tal modo que, hoy en día, ya no sólo se rastrea qué hacemos delante de una pantalla sino que se intenta monitorizar y convertir en un producto mercantil cualquier movimiento que hagamos en nuestro día a día, tanto en nuestra vida social como también en el interior de los hogares.

La autora retrata una realidad que es cada vez más acusada. Hemos asumido que a cambio de las ventajas que nos otorgan estas plataformas como Google, Meta, Amazon y similares puedan usar algunos de nuestros datos, pero es obvio que estamos ante una situación de abuso y de desequilibrio.

Esa ligera cesión consentida de nuestra privacidad ya ni es leve ni ha recibido consentimiento alguno. Muchas de estas empresas escrutan en nuestra intimidad para venderla al postor que pague más dinero en las subastas publicitarias o al bróker que trafica con datos para vendérselos a empresas y organizaciones que les darán un destino que desconocemos. Y nadie puede afirmar ya en su sano juicio que el comercio de nuestros datos personales nos ayuda a vivir mejor.

Carissa Véliz no es de las que se apuntan en el bando de los pesimistas porque ve que la gente está reaccionando ante estos abusos: «La brutalidad de la economía de los datos no dejaba mucho margen a la esperanza. Pero también era optimista, porque creía que la naturaleza y la escala del robo de datos personales eran tan atroces y peligrosas que aquella situación era insostenible. Tenía razón y hoy soy aún más optimista. Ahora, cuando hablo de privacidad, la gente reacciona con interés y preocupación”.

La privacidad quizás se haya convertido en un unicornio que muchos tiburones de esta industria quisieran enterrar bajo unas cuantas toneladas de cemento para que no les estorbe. Pero no hay que caer en el fatalismo. Tenemos el deber y la exigencia de reclamar más respeto a la privacidad y de hacer ver a las tecnológicas que no pueden seguir por este camino.

¿Por qué? Por que las tecnológicas tendrán que asumir que si hay un crimen, también habrá un castigo. O como afirma la profesora Véliz, «si las empresas tecnológicas quieren arriesgar nuestros datos, tendrán que arriesgar su negocio en el proceso. Mientras las empresas puedan arriesgar nuestros datos sabiendo que nosotros seremos los únicos que pagaremos la factura -en forma de exposición de nuestra intimidad, robos de identidad, extorsiones, discriminaciones injustas, etcétera-, seguirán actuando sin cuidado».

De todo lo que he leído de este interesante ensayo, me quedo con una de sus ideas centrales, la que defiende que los ciudadanos tienen que alzar su voz ante estos atropellos y denunciar públicamente estas violaciones masivas de la privacidad para que las Administraciones asuman que no se pueden poner de perfil y que tienen que actuar contra los abusos de estas tecnológicas. Como ella misma sostiene: «Proteger tu privacidad no es ilegal; es escandaloso que nos hagan sentir como si lo fuera». 

Desde luego, la privacidad no es una reliquia de un pasado en analógico, sino la piedra de bóveda de cualquier sociedad democrática que se niegue a aceptar un escenario distópico a lo Blade Runner en el que las grandes corporaciones marquen nuestro paso y vigilen todo lo que hacemos. En nuestra mano está que esto no pase y que estos augurios se queden en nada.

Si os interesan estos temas, aquí tenéis una buena lectura.

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