En los últimos días, hemos leído sobre la caída de medios como el norteamericano Vice, que se ha declarado en bancarrota, entre otras razones, para facilitar su posible venta a quien se vea capaz de rentabilizar una marca periodística que, como mínimo, ha hecho mucho ruido en el sector en esta última década.
No saludo con ilusión que un medio de comunicación cierre sus puertas y que haya periodistas y otros profesionales que pierdan sus puestos de trabajo por el fracaso financiero de las propuestas editoriales en las que se embarcaron.
Pero por lo que no voy a derramar una sola lágrima es por la caída de un modelo de negocio periodístico como el de Vice, Buzzfeed y otros medios definidos como virales cuyos editores nos anunciaron que eran los profetas de un nuevo periodismo más moderno, más cool y más divertido cuando, realmente, sólo eran los portavoces de un producto de entretenimiento repleto de memes, clickbaits, LOL y ‘noticias’ estruendosas y disparatadas cuyo único objetivo era lograr más visitas a base de engordar el SEO alimentándose del tráfico que les llegaba de algunas plataformas sociales, en especial, de Facebook.
Este ejemplo de nuevo periodismo ni era nuevo ni era periodismo. En todo caso, era un modelo legítimo de entretenimiento barato que supo entender el negocio de la publicidad programática y que jugaba a ser el periodismo que querían y con el que conectaban las nuevas generaciones de lectores, pero que se alejaba de todo lo que se le puede exigir a un medio de nueva hornada, que no deja de ser esa búsqueda de un buen periodismo que sirva a los intereses de su comunidad, ahora a través de nuevos formatos, canales, lenguajes, tonos y estilos.
En mayor o menor medida, todos los medios tienen estrategias SEO para capturar tráfico y visitas, y no se trata de demonizarlos por ello. Al contrario, es recomendable que luchen por hacerse un hueco en la atención de los ciudadanos con estrategias que se acercan allí donde estas ahora sus usuarios, que es en las plataformas sociales, en los canales de streaming y en los de mensajería y en los motores de búsqueda.
El problema de los medios virales era que, a diferencia del resto, no usaban el SEO como un medio más para atraer audiencia, sino como el único medio que les interesaba. Y para tal fin, sacrificaban cualquier criterio de rigurosidad y honestidad periodística con tal de satisfacer las necesidades de los algoritmos de Facebook y de algunos de sus satélites. Cuando Facebook decidió que ya no quería ser una plataforma para medios y optó por volver a su modelo tradicional de una red para ver las fotos de los amigos y de los familiares, cambió sus algoritmos y con el cambio destrozó un modelo de medio viral que sobrevivía gracias al tráfico que le llegaba procedente de la plataforma de Zuckerberg.
El resto es historia. Sin Facebook, no había paraíso posible para estos medios, que han ido languideciendo hasta morir.
Hoy, otros medios, nuevos y no tan nuevos, buscan conectar a las audiencias explorando formatos de vídeo, de audio o escritos que suponen ejemplos de innovación periodística muy inteligentes y meritorios. Y todos ellos convergen en la idea de ir atrayendo a los usuarios hacia sus canales para crear una comunidad en torno a sus productos. No reniegan de la viralidad, pero para ellos no es prioritaria. Quizás por ello se asustan algo menos con los continuos cambios de algoritmo de las grandes plataformas. Y quizás por ello tienen más posibilidades de sobrevivir que estos medios virales que nacieron al abrigo de Facebook. La viralidad no es mala en pequeñas dosis, pero si sólo te alimentas de ella, te puede confundir y matar, cómo acabamos de ver con Vice.