Los líderes de seis de las compañías que han creado las aplicaciones de inteligencia artificial que han sorprendido al mundo en estos últimos meses han firmado un manifiesto en el que reclaman que las instituciones y administraciones de los gobiernos del mundo articulen medidas para evitar un desarrollo descontrolado de una tecnología que, en las grandilocuentes palabras de los promotores del comunicado, pueden llevar «a la extinción a la humanidad».
La grandilocuencia en el tono del manifiesto resta importancia a las advertencias que lanzan sus firmantes y pone en cuarentena sus peticiones. ¿Por qué usan un lenguaje propio de una película de catástrofes de una productora de Hollywood? ¿Por qué, si piensan que el mal uso de estas herramientas puede poner en peligro el futuro de la humanidad, se han enzarzado en una carrera alocada por sacar al mercado cientos de aplicaciones de IA que pueden usarse en casi todos los órdenes del mundo del trabajo, del ocio y el entretenimiento, de la educación y de la salud?
Las contradicciones son clamorosas y nos hacen sospechar que el manifiesto no es, en líneas generales, una advertencia honesta sobre los peligros que acarrea una utilización aviesa de estas herramientas sino un intento de estas compañías de blindarse ante futuras reivindicaciones y reclamaciones que les pudiesen llegar por el uso fraudulento de sus aplicaciones.
Si así fuera, estaríamos ante una estrategia de anticipación de daños en la que estas tecnológicas estarían descargándose de la responsabilidad que pudiera atribuírseles y trasladándola a las Administraciones públicas, a las que podrían achacar no haberles hecho caso cuando éstas les anunciaron que estaba en peligro hasta el futuro de la humanidad.
Las tecnológicas se saben en el punto de mira. Después de dos décadas de capitalismo tecnológico sin apenas barreras ni controles, las plataformas entienden que las Administraciones están dispuestas a aumentar la presión regulatoria sobre ellas como respuesta a los abusos que han cometido para engancharnos a sus productos en materia de privacidad y vigilancia de nuestros movimientos, tanto dentro como fuera de la red.
En ese escenario, y con una disrupción que puede hacer saltar por los aires el mundo controlado ahora por Google, Facebook, Amazon y unas pocas empresas más, quienes están tomando posiciones en la industria de la inteligencia artificial se están preocupando de dejarle claro a esa humanidad que supuestamente está en peligro que, si un día llega ese Armageddon algorítmico, nadie podrá reprocharles que ellos no lo habían avisado.
El argumento es pueril. Pero, quién sabe, igual les funciona.