No defrauda la lectura de ‘Piensa claro’, el libro en el que el ingeniero y periodista de Kiko Llaneras desgrana cómo la aproximación a la realidad desde los datos nos permite comprender un mundo cada vez más complejo.
Llaneras defiende una «mirada cuantitativa» que busca analizar esta realidad mediante el escrutinio de los datos y de las cifras y lejos de los prejuicios y los sesgos que tratan de adecuarla a unos intereses determinados.
Y resume su reflexión en ocho reglas a las que lleva refiriéndose con insistencia en estos últimos meses en sus redes sociales.
1. Acepta la complejidad.
2. Piensa en números.
3. Protege tus muestras de sesgos.
4. Asume que atribuir causas no es fácil.
5. No desprecies el azar.
6. Predice sin negar la incertidumbre.
7. Admite los dilemas y haz malabares.
8. Desconfía de tu intuición.
De todo lo que cuenta Llaneras, que es mucho, me quedo con una idea. Se puede entender la realidad desde la intuición, el olfato y la experiencia, pero si se analiza con datos y con una mirada honesta y desprejuiciada que no los retuerza a favor de lo que queremos, nuestra aproximación a lo que ocurra será más certera y ajustada.
Como afirma Llaneras, “medir las cosas importa. Las estadísticas no pueden capturarlo todo, pero sin ellas vas a capturar mucho menos”.
Los datos nos vacunan contra nuestros prejuicios y nos protegen de nuestros propios sesgos, pues nos muestran los hechos como son y no como nos gustaría que fueran. Y, desde esta perspectiva, nos permiten tomar mejor decisiones y hacer mejores análisis de lo que ocurre a nuestro alrededor.
Los datos no son una nueva religión, un altar de excels y algoritmos al que haya que adorar sin sentido crítico.
Hay que acercarse a ellos desde la curiosidad y también desde la humildad de saber que nos podemos equivocar en su interpretación o que podemos estar analizando datos que no son lo suficientemente buenos o que, incluso, son mercancía averiada.
Los datos no entierran la incertidumbre ni el error, que seguirán existiendo mientras sigamos siendo humanos.
Pero su valor es incuestionable. Y ahora que la inteligencia artificial nos sitúa en un escenario disruptivo distinto, su uso se antoja imprescindible, inexcusable, pues nos permiten dar un salto de calidad en nuestra comprensión del mundo que nos sitúa ante oportunidades que hasta ahora ni imaginábamos.
En el caso del periodismo, nos permite defender un ejercicio del oficio que, más allá de los posicionamientos editoriales e ideológicos, debe seguir describiendo qué está pasando y porqué está pasando.
El periodismo sin datos puede crear las mejores piezas literarias, orfebrerías de la mejor calidad al servicio de los lectores, oyentes o telespectadores, pero se aleja de su misión, que es la de ayudar a los ciudadanos a comprender el mundo, desafiando, si es necesario, sus convicciones, sus principios y sus valores, y haciéndolo desde el rigor, buscando explicar la complejidad desde la claridad.