Leo a través de Miquel Pellicer que Google prepara una herramienta de inteligencia artificial específica para medios de comunicación. Es clave ver cómo se acercan las empresas periodísticas a esta disrupción que, una vez más, lo cambia todo.
Os anticipo dos posibles errores y un acierto en torno a este fenómeno
Primero, los posibles errores. Uno por defecto y otro por exceso.
? La mirada despectiva. Estamos demasiado acostumbrados a mirar con una cierta displicencia los cambios que impactan al mundo mediático y a pensar que “eso no va a cambiar ni nuestra manera de trabajar ni la manera en que los ciudadanos consumen la información”. Bueno, pues ya os podéis espabilar, porque SÍ lo va a cambiar casi todo. No hagáis como cuando llegó internet y os pensasteis que la gente seguiría yendo en masa a los quioscos a comprar #prensa en papel. ?
? La caída en el síndrome de la tijera ansiosa. Como me conozco bien el percal, ya me imagino a más de un gerente con mando en los excels haciendo el cálculo del número de periodistas de los puede prescindir si los sustituye instalando #GPT de pago en unas cuantas pantallas. Calmaos, que a este paso le vais a pedir a los algoritmos que también se hagan suscriptores de vuestros medios. Y no se os vaya de la cabeza: la calidad, el rigor y la creatividad la siguen poniendo los periodistas.
? Y la buena senda. Ni ponerle una orden de alejamiento a las herramientas de #IA ni pensar que el GPT nos ahorrará unos cuantos sueldos. Frente a los extremos, el equilibrio de ponerse de inmediato a explorar cómo puede ayudarnos la inteligencia artificial a hacer los mejores productos y cómo nos puede ayudar a ser más productivos y competitivos haciendo todo ese trabajo que no se ve y que nos quita tantas horas (producción, investigación…)
Las máquinas están para ayudarnos, no para sustituirnos. En el periodismo y donde toque.