Hace no tanto tiempo, hará unos tres años, tuve una conversación con un directivo de medios que me hizo ver que mi idea de que la gente podía empezar a suscribirse a los periódicos era un poco ingenua, pues era poco menos que imposible que la gente quisiese pagar por un producto que habían consumido de forma gratuita en internet en los últimos treinta años.
Yo no soy previamente un émulo de Nostradamus en mis predicciones. Me equivoco de vez en cuando. Pero este no fue el caso. En España, según los datos del Digital News Report sobre el país, hay ya 775.000 suscriptores a medios de comunicación. Y la cifra sigue creciendo, aunque ya se aprecie una cierta fatiga del suscriptor y todas las empresas anden peleándose con ofertas exageradamente tiradas de precio.
No es mucho, pero es más de lo que la mayoría de los expertos se pensaban.
Desde hace tiempo vengo defendiendo que si queremos medios de calidad que cumplan con su papel en la sociedad democrática, deben desligarse poco a poco de su dependencia del SEO y de esa combinación de publicidad programática y publicidad institucional que amenaza con convertirlos en una mezcla de agencias para publirreportajes y tablones de anuncios oficiales.
La situación, ahora, ya es otra. Acostumbrados a los micro pagos (gracias, Bizum) y a las suscripciones a las plataformas de streaming, los medios se han sumado a la senda marcada por Netflix, Spotify y otras tantas compañías que ya no basan sus negocios sólo en la publicidad, sino que también apuestan por las suscripciones, además de otras fuentes de ingresos que ya no son tan colaterales como la organización de eventos, la producción de contenidos de marca, las donaciones o la gestión de la imagen de marca de algunos de sus clientes en un papel que hasta ahora era sólo propio de las agencias de comunicación.
Os pongo aquí un buen ejemplo del éxito de este cambio. Eldiario.es cumple 11 años empleando ya a más de 200 personas y a punto de alcanzar los 70.000 socios con una propuesta editorial y de negocio centrada en la apuesta por un modelo de comunidad en torno a sus contenidos. Un éxito que ha sido un modelo para otras referencias como The Guardian y que demuestra a los cenizos que la industria del periodismo sí tiene fórmulas para encontrar la sostenibilidad y ofrecer buenos empleos para quienes siguen apostando por éste tan denostado pero tan maravilloso oficio.