Meryl Streep, la IA y las subvenciones del Metro de Madrid

Coinciden en el tiempo en España dos aproximaciones a la inteligencia artificial (IA) que se alejan del tono apocalíptico y sombrío con el que estamos afrontando esta transformación que promete cambiar tantas cosas que conocemos. Me refiero a las de la actriz norteamericana Meryl Streep y a la de la publicación de un estudio sobre las subvenciones al transporte público en la capital española, dos asuntos dispares entre sí, pero que tienen un nexo común: nos enseñan cómo conviviremos con la IA y también cómo mejoraremos con ella.

Meryl Streep (AFP)

En el caso de la gran dama del cine norteamericano, Street, que está en Oviedo para recibir el premio Princesa de Asturias, conversaba ayer en un acto p

úblico con Antonio Banderas y aseguraba que ahora que las inteligencias artificiales van a recrear y sustituir a los actores y a las actrices en las películas que se estrenen en los cines y en las plataformas, habrá que irse a hacer teatro, un arte en el que se seguirá necesitando la experiencia, el contacto y el calor de los actores y los espectadores. Pues puede ser, pero también puede ser que haya un público al que no le importe ver películas protagonizadas por algoritmos y que haya otro que prefiere a actores y actrices de carne y hueso como ahora se decanta por el cine en versión original antes que por el doblaje. Me aventuro a pensar que ambos modelos convivirán y que el teatro sí que irá ganando en audiencias.

En cuanto a lo del Metro, me estoy refiriendo a un estudio de la escuela Esade titulado  ¿Logró la subvención al transporte público metropolitano sacar coches de las ciudades? en el que se demuestra, gracias al uso de big data, que no, que las subvenciones no lograron reducir la circulación de los automóviles privados. Imaginaos el extraordinario margen de mejora que tendrán nuestras políticas públicas de movilidad, de educación, de salud o de lo que queráis cuando los algoritmos nos puedan indicar con una certeza avasalladora si unas políticas públicas funcionan o no. Sustituiríamos las intuiciones por datos, el olfato por la ciencia.

La IA nos va a cambiar, pero no podemos afrontarla con la mirada disparatadamente distópica de quien sólo piensa que los robots vienen a gobernar el mundo o a quitarnos el trabajo. Quitaos de la cabeza la idea de que va a llegar un Terminator lleno de amasijos y cables que querrá apagar la luz humana del planeta y centraos en todo lo bueno que también nos van a traer y en saber elegir cuándo tocará una acción humana y cuándo nos convendrá tirar de una máquina.

Y, por cierto, por mucho que los algoritmos nos ayuden a mejorar nuestras vidas, yo seré de los que nunca los cambiaré por una buena actuación de Meryl Streep.

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